El pasado año la industria del esquí en España generó unos ingresos totales de 153 millones de euros, con 720 empleos fijos y 2.600 empleos estacionales, mostrando un impacto económico especialmente relevante en zonas de escasa densidad poblacional y problemas para encontrar otros modelos productivos fuera del turismo. Aunque en el sector nadie cuestiona los efectos del cambio climático, la mayoría de las estaciones de esquí españolas trabajan en los últimos años para transformar su modelo de negocio. Convertir las estaciones de esquí en estaciones de montaña no es sencillo, pero hay muchos ejemplos en el mundo para tomar como referencia. La evolución del negocio hacia la prestación de servicios complementarios, gastronomía, senderismo, BTT…, son clave en esta necesaria adaptación a las nuevas circunstancias.
Michael Galvin, director científico de Techno Alpin, el mayor proveedor mundial de ‘cañones’ de nieve, explicó en una de sus últimas visitas a España que los evidentes efectos del cambio climático no implican necesariamente que las estaciones de esquí vayan a desaparecer en el futuro. Galvin explicó que los nuevos sistemas son capaces de producir nieve con temperaturas marginales; ya no es necesario que el termómetro esté por debajo de los 0 grados para generar lo que ahora se conoce como nieve de cultivo. “Es necesario usar agua cuidadosamente y manejar con mayor precisión las herramientas de previsión y gestión meteorológica y aprovechar mejor las ventanas de frío”, señaló.
Desde 1990 TechnoAlpin lleva diseñando y fabricando instalaciones de innivación para estaciones de esquí en todo el mundo y algunas de sus intervenciones han sido decisivas para garantizar la viabilidad de muchas estaciones de esquí que estaban en serio riesgo de desaparecer por la falta de precipitaciones durante el invierno. El alcalde de Panticosa, Jesús María Uriz, pone el ejemplo de la pista del Estrimal, que apenas alcanza la cota de 1.500 metros, pero tiene generalmente más nieve gracias a la innovación artificial, que las pistas que llegan a la cota máxima de la estación, de 2.200 metros.
La última tecnología permite producir nieve que puede ser de 3 a 4 veces más densa que la nieve natural. Estos sistemas han hecho posible, por ejemplo, que se pudieran realizar los últimos Juegos Olímpicos de Invierno en Beijing en 2022, o numerosas pruebas internacionales como Copas del Mundo o Campeonatos del Mundo. El mensaje que se lanza desde el sector de la nieve es que, pese a la evidencia del cambio climático, existen fórmulas tanto para mantener la actividad durante el invierno como para evolucionar el modelo de negocio hacia un centro de montaña que funcione también en verano.
Paul Mathews, presidente de Ecosing, la multinacional canadiense especializada en el diseño de estaciones de esquí, defiende que el mercado de la nieve está experimentando un importante crecimiento en varias zonas del mundo y es un negocio en expansión, en contra de la idea general. Bien es cierto que los mercados tradicionales del esquí (Europa Occidental, países escandinavos o Norteamérica), están estabilizados o en leve descenso desde hace algunos años, también por razones económicas, pero el incremento de usuarios en las estaciones de Europa del Este o Asia Central se dispara temporada tras temporada. Ecosing ha estudiado el sector de la nieve a fondo y señala como mercados emergentes los de Turquía, Rumanía, Ucrania, Polinia y Rusia, que liderarán el crecimiento en el número de esquiadores hasta 2040.
En el controvertido debate público generado en Aragón el pasado año a raíz del proyecto de unión de las estaciones de esquí de Astún y ARAMON Formigal a través de Canal Roya, los opositores a esta unión esgrimieron, sobre todo, la inutilidad de esta inversión en el contexto de cambio climático en el que vivimos. El cruce de diferentes puntos de vista se hizo imposible tan pronto como se hizo público el proyecto a través de los medios de comunicación, y quedó la sensación de que se habían impuesto las consignas por encima de los razonamientos. ¿Tiene futuro la industria de la nieve? Y si lo tiene ¿Cómo será? Estas son las preguntas que quedaron sin respuesta.
El “modelo 4 estaciones” marca el futuro de los centros de esquí
El sector de la nieve en el Pirineo aragonés vive en una encrucijada: buscar nuevos modelos de negocio para ser rentables todo el año sin renunciar al esquí; y seguir creciendo y siendo competitivos en invierno pese a los efectos del cambio climático. La controversia generada con el proyecto de unión de estaciones a través de Canal Roya ha dejado instalado cierto sopor en el debate público sobre el futuro del sector después de meses de muchos decibelios, pero también ha servido para generar un nuevo análisis más reflexivo.
Antonio Gericó, presidente Ejecutivo del Grupo ARAMON afirmaba en el estreno de la actual temporada que esta unión sigue siendo estratégica y se presenta “como un paso crucial para la supervivencia y sostenibilidad del Pirineo y las estaciones”. Gericó apuntaba en la misma línea que el consejero de Medio Ambiente y Turismo del Gobierno de Aragón, Manuel Blasco, quien en diciembre avanzaba en Madrid que “estamos buscando alternativas para conseguir la unión de estaciones minimizando el efecto para el medio ambiente”.
El consejero delegado de Candanchú, Fernando Montón, es partidario de la unión “porque de lo contrario nos convertiremos en estaciones de fin de semana, sin capacidad para atraer nuevos mercados. Vamos a luchar por ella para poder crecer”. Montón recuerda que solo 38 de los 19.000km2 de superficie que tiene el Pirineo están atravesados por remontes “nuestra actividad genera un impacto mínimo en la cordillera”, concluye.
En verano se espera que comiencen los primeros trabajos para la instalación del teleférico que unirá Candanchú con ASTUN, un proyecto largamente demandado en el valle y que cuenta con una inversión de 25 millones de euros procedentes de fondos europeos, de la DPH y el Gobierno de Aragón, que gestiona la Mancomunidad Alto Valle del Aragón. Su presidente, Álvaro Salesa, explica que “esta instalación tiene que servir para mejorar el servicio al esquiador en invierno, pero también para ofrecer nuevas actividades durante el resto del año vinculadas con la naturaleza. Ese tiene que ser nuestro objetivo”.
El alcalde de Canfranc, Fernando Sánchez defiende la misma idea: transformar las estaciones de esquí en estaciones de montaña. “No tenemos que inventar nada sino copiar lo que se hace en otros lugares como los Alpes, estas instalaciones son muy caras y la única manera de rentabilizarlas es generando actividad todo el año. Cada vez hay menos temporada de esquí y más demanda de actividades de montaña”. El edil sostiene que la inversión en las estaciones de esquí debe servir para evolucionar a un nuevo modelo de negocio.
En este debate se pone como ejemplo el caso de Panticosa, que en los últimos años ha ido incorporando a su oferta turística nuevos productos complementarios a la actividad de su estación de esquí. Su proyecto estrella es un tobogán de montaña que tendrá 5,5 kilómetros de recorrido, saldrá de Petrosos y aspira a ser el más largo de Europa. Tiene un presupuesto de 4.245.000 euros y forma parte de las obras del Plan Pirineos. Se espera que esté en funcionamiento en el verano de 2025. Jesús María Uriz, alcalde de Panticosa, señala que “llevamos tiempo observando que el turismo de primavera y otoño es el que más crece y en muchas estaciones de esquí de Europa la actividad en verano ya es más rentable que en invierno”.
Marian Bandrés, presidenta de ACOMSEJA, cree que hay que trabajar para evolucionar hacia el modelo de estación de montaña, sin olvidar que “si hoy nuestras montañas son apreciadas en épocas no invernales, y estamos siendo capaces de ofrecer otros atractivos que nos están permitiendo desestacionalizar cada vez más nuestro turismo, es porque se han hecho populares en todo el país gracias al esquí y a las estaciones de Candanchú y Astun”.