El comercio de Jaca, fundamentalmente el que se encuentra en el casco histórico, se enfrenta desde hace más de veinticinco años a una normativa municipal en el tratamiento de fachadas y escaparates que limita notablemente la capacidad del empresario para tomar decisiones sobre la estética de su propio negocio. La obligación de que esos escaparates estén alineados con los vanos de los pisos superiores ha generado problemas a muchos comerciantes y emprendedores, y ha puesto en riesgo la propia viabilidad de esos comercios. La rigidez del Plan especial de mejora y conservación del casco histórico es un lastre para muchos proyectos empresariales, y así lo ha expuesto tradicionalmente ACOMSEJA a todos los equipos de gobierno que han pasado por el Ayuntamiento. En las últimas elecciones municipales la Asociación transmitió a todos los candidatos la importancia de revisar esta normativa para hacerla más flexible y adaptarla a la realidad actual del pequeño comercio, que se enfrenta a unos desafíos que no existían hace veinticinco años.
Hace ahora quince años ACOMSEJA publicaba el primer número de Jacetania AHORA e incluía un reportaje titulado “Problemas con la línea” en el que se explicaba que “la normativa que regula los escaparates y ro?tulos de los establecimientos del Casco Histo?rico de Jaca limita la capacidad de desarrollo de los comercios”. Esta inquietud, por lo tanto, está presente desde el origen mismo de la Asociación.
El extenso artículo informaba de que desde que había entrado en vigor la normativa del Plan Especial del Casco Histo?rico, a mediados de los 90, habían sido numerosos los comercios que se vieron “severamente limitados a la hora de disen?ar las fachadas de sus establecimientos. La exigencia de mantener la simetri?a con los balcones y los vanos de las plantas superiores dio como resultado algunos escaparates llamativamente estrechos y escasamente prácticos para proyectar al exterior los potenciales del negocio”.
Aunque el ayuntamiento que presidía entonces el socialista Enrique Villarroya se mostraba proclive a revisar la estricta normativa, nada se hizo; tampoco los otros equipos de gobierno que vinieron después. Y nos encontramos quince años más tarde ante el mismo escenario, pero con un comercio local que se enfrenta a desafíos inexistentes entonces como los problemas de relevo generacional o la competencia online. El mundo ha cambiado radicalmente, pero, como en el poema de Monterroso, la normativa sigue ahí.
En las últimas elecciones municipales la Junta Directiva de ACOMSEJA entregó un documento a todos los partidos políticos que presentaban candidato a la alcaldía, en el que se enumeraban las cinco prioridades que, a juicio de los empresarios, debía afrontar el futuro alcalde y su equipo de gobierno lo largo de la nueva legislatura. El primer punto defendía la importancia del pequeño comercio “como un elemento patrimonial, valioso y diferenciador que, además, da servicio a la población y supone un atractivo indispensable para consolidar nuestra condición de destino turístico de referencia”.
Ese preámbulo al primer punto ponía contexto a la vieja reivindicación de los comerciantes jaqueses, que desafortunadamente no ha perdido vigencia: la revisión y modificación de la normativa urbanística para facilitar las adecuaciones de los locales vacíos o traspasados. Javier Ángel-Alberola, miembro de la Junta Directiva de ACOMSEJA, indica que “nosotros ponemos el acento especialmente en el Plan Especial del Casco en lo referido a fachadas y plantas bajas, que es el principal punto de controversia desde hace muchos años”. El también arquitecto técnico afirma que “la normativa que regula los escaparates limita la capacidad de desarrollo y modernización del pequeño comercio y supone un grave trastorno para la puesta en marcha de nuevos proyectos comerciales o empresariales”.
Carlos Serrano, alcalde de Jaca, señala a Jacetania AHORA que “estamos trabajando para escuchar al comercio y conocer en qué puntos consideran que habría que hacer modificaciones, y también junto al equipo técnico del Ayuntamiento para llegar a un consenso entre todas las partes”. Serrano se muestra convencido de que “un comercio vende desde la fachada y creo que el criterio del comerciante debería tenerse en cuenta y ser más flexibles. El Ayuntamiento no puede poner trabas a la actividad del comerciante y la viabilidad de su negocio. Estamos imponiendo al comerciante, sobre todo en edificios viejos, unas obras que igual no le benefician en nada y que solo se plantean por estética del edificio. Si un comerciante necesita un escaparate grande, por las características de su negocio, debería de permitírselo dentro de un marco normativo más flexible que el actual”.
La opinión del nuevo acalde coincide con lo expresado por la Junta Directiva de ACOMSEJA en su documento sobre la problemática y necesidades del sector empresarial. En él se sostiene que “las fachadas y los escaparates son los elementos más determinantes en la visibilidad y rentabilidad de un comercio, cuyo fin primero es la atracción de potenciales clientes”. La controversia surge en el artículo 24 del Plan especial de mejora y conservación del casco histórico de Jaca, que fue aprobado en 1998 y actualizado en abril de 2011, y que se refiere a la alineación de las fachadas. Serrano confirma que existe la voluntad política de revisar ese articulado “teniendo en cuenta a todos los agentes intervinientes en esa decisión, tantos los comerciantes como los técnicos municipales, y con todas ellos poder concluir con una nueva redacción del articulado y llevarlo a aprobación”.
Para ello ya se está elaborando una providencia de alcaldía, que es el primer paso para iniciar los trámites, que incluirán la redacción y presentación de informes, su exposición en la Comisión del Casco y su elevación a Pleno. Serrano apunta que “es muy importante la opinión de los técnicos y hay que hacer un trabajo interno con ellos para concluir que técnicamente esta modificación es necesaria. Hay que trabajar los argumentos técnicos para avalar esta modificación. Pero tenemos también claro que no hay que encorsetar el estilo de los locales y hay que dejar margen a los comerciantes para que puedan desarrollar sus propios criterios”.