Jaca, esta joya de los Pirineos españoles, ha vivido un auge turístico que nuestros mayores no pensaban que fuera a llegar. Pero ¿qué sucede cuando un destino turístico se vuelve demasiado popular?
El turismo es una bendición, el motor de la economía local, pero también puede traer desafíos. Uno de los mayores retos es el alquiler de segundas residencias a turistas. Con la llegada de plataformas “on line” como Airbnb, esta práctica se ha disparado. ¿El resultado? Menos viviendas disponibles para los residentes locales y precios más altos. Esto dificulta que nuestros hijos puedan encontrar un lugar donde vivir y desarrollarse, o que se establezcan en Jaca trabajadores que necesitamos (enfermeros, profesores, cocineros, recepcionistas, etc.).
Hablemos de números. Hay aproximadamente 2.000 plazas hoteleras en Jaca. ¡Pero hay más de 4.000 plazas de alquiler vacacional! ¿Y las segundas residencias? Su número supera las 12.000… muchas de ellas terminan siendo alquiladas.
Pero aquí hay un matiz importante: actualmente solo hay 240 Viviendas de Uso Turístico registradas. Sin embargo, en plataformas como Airbnb encontramos más de 1.000 ofertas (con una ocupación media entre 4 y 5 personas, según datos del INE, lo que supone más de 4.000 plazas). Están a la vista de todos, sin esconderse.
La solución no es restringir el alquiler vacacional. Esto ha demostrado ser ineficaz y solo ha aumentado la oferta “irregular”, lo que no es justo ni beneficioso para nuestra comunidad. Ejerce una competencia desleal a quien hace bien las cosas, a quien obtiene licencia, factura con IVA, contrata personal, paga nóminas con su seguridad social, declara a Hacienda y paga impuestos. Esas condiciones tan favorables les permiten ir “colonizando” barrios enteros, a costa de la oferta de alquiler residencial.
Además, esta oferta “irregular” es más barata, por lo que atrae a visitantes con presupuestos ajustados, lo que beneficia a grandes supermercados, pero no tanto a los pequeños comercios locales de proximidad, que cada vez más se ven rodeados de viviendas “fantasma”, vacías en lo momentos bajos del turismo.
¿Qué podemos hacer?
En primer lugar, debemos ser conscientes de este problema. Ignorarlo no es una opción. Debemos encontrar un equilibrio entre el turismo y la vida local. Eso podría significar una mejor regulación y supervisión de quienes alquilan propiedades de forma irregular, sin excepciones. Si podemos multar a quienes conducen rápido en la carretera, podemos hacer lo mismo para quienes no cumplen con las regulaciones de alquiler.
En segundo lugar, una vez regulada y controlada toda la oferta, se podría plantear una planificación o incluso una moratoria temporal para ajustar el volumen de viviendas de alquiler turístico a las necesidades de Jaca, liberando el resto de las viviendas disponibles para un alquiler residencial, especialmente en los barrios urbanos con mayor oferta del pequeño comercio.
El crecimiento es bueno, pero un crecimiento descontrolado puede ser peligroso. Sigamos siendo un ejemplo de cómo el turismo y la vida local pueden coexistir en armonía. ¡Unámonos y trabajemos juntos por un futuro sostenible para Jaca! No la dejemos morir de éxito.
Pedro Marco. INTURMARK Hoteles